Algo a destacar en los varones es el miedo al compromiso.
Tras un primer paso en donde existe un cierto enamoramiento, deseo, búsqueda intensa de la otra persona y excitación, llega un momento en que esto se consigue y se pierde el interés, la motivación, como si el placer estuviera más en la lucha por conseguir que en lo obtenido. Lo que antes se vivía como deseo (¡quiero!) ahora pasa a ser agobio. Se encuentran como atrapados en sus propias promesas, en la situación creada de la que nos saben cómo salir (“¿dónde me he metido?”) y de la que desean salir huyendo.
Es como un movimiento interno de ruptura con el período anterior de enamoramiento, resultándoles difícil hacer la transición del proceso amoroso. Hay miedo al compromiso, a la implicación en la relación.
Tras un primer paso en donde existe un cierto enamoramiento, deseo, búsqueda intensa de la otra persona y excitación, llega un momento en que esto se consigue y se pierde el interés, la motivación, como si el placer estuviera más en la lucha por conseguir que en lo obtenido. Lo que antes se vivía como deseo (¡quiero!) ahora pasa a ser agobio. Se encuentran como atrapados en sus propias promesas, en la situación creada de la que nos saben cómo salir (“¿dónde me he metido?”) y de la que desean salir huyendo.
Es como un movimiento interno de ruptura con el período anterior de enamoramiento, resultándoles difícil hacer la transición del proceso amoroso. Hay miedo al compromiso, a la implicación en la relación.
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